Un discurso anti-patriótico (I)

Primero que todo debo aclarar que yo no soy un buen patriota. Yo no puedo reconocer que Álvaro Uribe Vélez es lo mejor que le ha pasado a este país, que si no es él nadie más puede sacarnos de los problemas que nos acongojan. Yo no puedo hacer como aquel empresario -me imagino algún minifundista- que en la edición dominical de EL TIEMPO de hace quince días de una manera casi orgásmica se dedicó a elogiar al presidente en una carta de media página. Yo en cambio, desde esta tribuna -un blog que nadie lee- me dedico a atacar al presidente, que supongo ya se han dado cuenta es uno de mis temas favoritos. Yo encuentro muchos reparos a esa santísima trinidad que es la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social. Es por eso que aquí va la primera entrega de mi carta anti-patriota.
  1. La filosofía del régimen: si algo hay que reconocerle a Álvaro Uribe es que ha construido un gobierno con ideales, con una visión estructurada del Estado y de país ideada a largo plazo. Quizás la mejor definición de esa política uribista sea el nombre del plan de desarrollo de su primer mandato 2002-2006: "Hacia un Estado Comunitario", pero mejor aún son las palabras del humorista Jaime Garzón en la voz del personaje Godofredo Cínico Caspa a cerca del asunto: "[...] Un hombre de mano firme y pulso armado. Líder que impulsa, con su aplomado cooperativismo, pacíficas autodefensas que él, iluminado por los soles de Faruk, llamó Convivir. Acierta Semana, en cabeza del diligente vástago de César Gaviria, Mauricio Vargas, al proyectar sobre el escenario nacional a la nueva neoliberal lumbrera. Álvaro vislumbra todo un país convertido en zona de orden público, como una sola Convivir donde la gente de bien pueda disfrutar en paz de la renta. Y será él quien traiga por fin a los redentores soldados norteamericanos para que humanicen el conflicto y hagan de Uribe Vélez el dictador que este país necesita". Por su parte la Corporación Viva la Ciudadanía dice al respecto "Una de las características básicas reconocidas a este gobierno del presidente Uribe es su espíritu de trabajo, ya es famoso su dicho de “trabajar, trabajar y trabajar” y uno no menos reconocido es su persistencia, su terquedad y cuando se trata de defender a sus amigos, a sus aliados políticos esa persistencia llega hasta límites insospechados para tratar de acomodar el Estado Social y Democrático de Derecho a sus intereses. Los episodios en estos años son múltiples y de sobra públicos". 
  2. La inspiración: a propósito de este punto, opino que quizás es un poco más claro el profesor Alejandro Gaviria en su columna El nuevo regenerador (EL ESPECTADOR, 15.11.2009). Sin embargo, procedo a explicar brevemente la cuestión. Prácticamente todos los líderes encuentran una inspiración en personajes del pasado, por ejemplo, el caso más conocido el de Hugo Chávez que se cree la reencarnación de Bolívar. Uribe por su parte ha encontrado un modelo en uno de los presidentes del siglo XIX del cual la mayoría de nosotros sabemos que fue jefe de Estado en varias ocasiones y que escribió nuestro esperpento de himno nacional: Rafael Nuñez. Yo tengo esa impresión desde hace tiempo, no es que el profesor Gaviria me haya convencido en su columna, sino más bien me ha otorgado más elementos de juicio para estar convencido de eso. Nuñez fue un liberal que aprovechando las divisiones que se dieron en su partido y los efectos adversos de la Constitución de Rionegro (1863) se alió con los conservadores para llegar al poder y someter la nación a un profundo proceso de reformas conocido como La Regeneración cuyo resultado más notable fue la retrograda Constitución de 1886. Gonzalo España en su libro La Guerra Civil de 1885 afirma: "[...] en sus manos (las de Nuñez), con la centralización del Estado, advino la más abyecta de las dictaduras de un poder terrateniente y clerical que barrió y condenó las incipientes conquistas democráticas de la revolución liberal del siglo pasado (el autor se refiere al siglo XIX dado que el texto fue escrito en 1987)". Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia. Pero además, Nuñez era un vende patria; en 1881, ejerciendo como presidente se hizo nombrar como gobernador de Panamá con tan solo 23000 votos para poder negociar los derechos de explotación sobre el canal con el gobierno de U.S., cosa a la que se oponía la opinión pública en general en los Estados Unidos de Colombia y en 1888 claudicó ante el clero después de presumir su combate permanente contra los voceros del Vaticano; todo esto para hacer válido su matrimonio civil con Soledad Román
Esperen la segunda parte.

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