Cien días de hecatombe


Es el momento adecuado para que Álvaro Uribe regrese al poder. Él como un ser iluminado nunca debió dejar la Presidencia en manos de ese traidor. Si esta no es la hecatombe que profetizó José Obdulio Gaviria ¿qué cosa peor puede pasar? Por supuesto que esta no es mi opinión, pues yo no tengo una visión tan providencial de las cosas, pero imagino que muchos furibistas estarán pensando en líneas generales algo igual a lo que acabo de escribir.

En Colombia suceden cosas que son realmente increíbles, a veces demasiado hilarantes y en otras ocasiones supremamente abrumadoras y tristes. Precisamente al cumplirse cien días del gobierno de Juan Manuel Santos estamos ante uno de esos episodios macondianos tan propios de nuestro país.

Si alguien me dice hace 101 días que esto iba a pasar realmente no lo habría creído y es que el estilo conciliador, técnico y no polarizante de JMS ha cambiado el panorama político y ha empezado a romper las barreras que muchos habíamos construido alrededor de su persona y su hipotética gestión a bordo de la Presidencia.

Primero el Presidente Santos seleccionó un excelente gabinete - obviamente con algunas excepciones - en el cual sobresalen sin lugar a dudas Germán Vargas, un verdadero Ministro de la Política y Juan Manuel Restrepo, un hombre arriesgado, de filiación conservadora pero de visión más bien liberal.

Después JMS tomó como suyas las banderas del candidato liberal Rafael Pardo y de Gustavo Petro del Polo. Quien habría siquiera pensado que este señor iba a tomar la sensible decisión de presentar una ley de víctimas y otra de tierras que pretenden aliviar al menos en parte la contra-reforma agraria de los últimos veinte años emprendida por los paramilitares y auspiciada por grandes terratenientes. Creo que muchos no dimensionan la importancia de este gran paso que está dando el gobierno, que por supuesto es un tema muy sensible que despierta suspicacias y resistencias, especialmente entre los grandes tenedores de la tierra, como por ejemplo el EX-Presidente Uribe, que está moviendo el poder que aún tiene dentro de la antigua coalición Uribista para ponerle trabas a la iniciativa de su sucesor.

Es precisamente en la forma como se ha ido dando todo este enfrentamiento no declarado entre Uribe y Santos lo que resulta más gracioso. JMS era el candidato del Partido de la U, creado por él hace unos años pero para servir a AUV en su reelección del año 2006. Hoy ese partido está dividido y más parece un movimiento de oposición que el partido de gobierno. Y es que tanto han cambiado las cosas que el presidente de esa colectividad Juan Lozano, no parece un político decente aunque algo equivocado sino un títere que se ha quedado sólo en su defensa a ultranza de Álvaro Uribe como persona y como gobernante, es por eso que ahora se dice con humor que el Atlético Lagarteiro cambió de delantera, antes la comandaba Roy Barreras, pero ahora es Lozano el más lagarto de todos.

En estos cien días también se ha demostrado que el gobierno tenía muy descuidadas a varias entidades donde la corrupción galopaba a un ritmo delirante. JMS se ha puesto los pantalones y ha intervenido por ahora a la DNE y Fondelibertad. Además en una magnífica investigación llamada "La olla raspada" presentada por entregas en el Canal RCN - la antes Super-Hiper-Mega-Gobiernista Radio Casa de Nari- se muestra como en las últimas semanas de gobierno se comprometieron recursos multimillonarios en los ministerios y la misma presidencia.

Hoy, por suerte celebramos la llegada de este nuevo habitante del muy digno Palacio Presidencial Casa de Nariño. Es cierto que por ahora la opinión pública está de romance con JMS, sin embargo, los aires que se respiran son más livianos, el estilo de este presidente es muy distinto del arriero-mayordomo de los últimos ocho años. En estos días me pregunto una cosa: ¿Mockus habría sido el continuista?

ESQUIRLA:
  1. El blog llega hoy a los cuatro mil visitantes desde el mes de mayo de 2010. Un motivo más para estar contento.
  2. Ha tenido muchos lectores la entrada a cerca del libro de Íngrid Betancourt "No hay silencio que no termine". Lástima que los visitantes no comenten el texto.

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