#FuckFacebook: historia de una decisión

Hace un mes cerré de forma definitiva mi cuenta en Facebook. Después de poco más de once años (mi perfil fue creado el 18 de octubre de 2007) le dije adiós a muchos recuerdos y, aunque la decisión fue un poco difícil, puedo decir con toda seguridad que no me arrepiento.
Desde hace meses venía meditando sobre la posibilidad de ponerle fin a mi estadía en Facebook. En varias ocasiones había abandonado esta red social por algunas semanas, pero nunca llegué a desactivarla. Sin embargo, ahora las cosas estaban dadas para tomar una decisión más radical.
En los últimos dos años Facebook ha estado involucrada en varios escándalos, todos relacionados con el manejo de los datos de los usuarios y la manipulación (fundamentalmente política) mediante información engañosa o abiertamente mentirosa (fake news). Esto fue importante para irme, pero no lo principal, pues a decir verdad aún sigo en Twitter, Instagram y WhatsApp (estas dos últimas son propiedad de Facebook Inc.).
Lo crucial del asunto fue ver la agresividad (aclaro que no hacia mí) y la falta de empatía de muchos de mis amigos, personas a quienes aprecio. Me cansé de ser testigo de discusiones estériles en las que solo se persigue vencer, de asistir a la puesta en escena de las más descabelladas teorías conspirativas y de ver como se comparte sin sonrojo información a todas luces imprecisa (por decir lo menos) solo para defender al ídolo o destrozar a quien se detesta.
Luego de sopesar la situación, en la segunda semana de enero comencé a borrar todo lo que había publicado con la ayuda de Social Book Post Manager, una extensión para Google Chrome que automatiza una labor que es dispendiosa. El 12 de enero hice la solicitud de eliminar mi cuenta de forma permanente. Ayer se cumplió el plazo de treinta días que tenía para recuperarla en caso de que me arrepintiera. Esto último no ocurrió y por eso hoy puedo decir Fuck Facebook!

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