Se dice que Pedro Páramo es una de esas novelas que todo amante de los libros debe leer en algún momento de su vida. Indiscutiblemente es la obra más importante de Juan Rulfo y una de las más destacadas de la literatura latinoamericana. En mi caso no había sentido antes especial inclinación a adentrarme en ella, pero en diciembre me enamoré de la caja conmemorativa del centenario del nacimiento de Juan Rulfo de Editorial RM que incluye las versiones definitivas de El Llano en llamas, Pedro Páramo y El gallo de oro y otros relatos, avaladas por la Fundación Juan Rulfo. Y bueno, aquí estamos.
Les cuento que la novela me gustó mucho. Es corta, pero no fácil de leer por la narración polifónica y los saltos espaciotemporales que hace. El arranque del libro es más o menos convencional (si me permiten el término): Juan Preciado llega a Comala en busca de Pedro Páramo, su padre, cumpliendo una promesa que le hizo a su madre en su lecho de muerte. Sin embargo, al avanzar unas cuantas páginas, Juan empieza a vivir experiencias asustadoras y a encontrarse con personas cada vez más extrañas. Aquí aparecen otras voces con sus propios relatos y uno de los méritos del libro es facilitarle al lector identificarlas.
Los últimos dos tercios del libro dejan de lado a Juan Preciado y nos adentramos en la historia de Pedro Páramo, un personaje astuto y todopoderoso que es la voz cantante en Comala, de hecho, la suerte del pueblo no puede separarse de la de este hombre. A todos los alcanza la desdicha.
Les recomiendo mucho este libro. Yo estoy seguro de que necesito al menos una relectura para encontrar sentidos ocultos en sus páginas. Por el momento les cuento que quedé enamorado de los mexicanismos chincual, pilmama y mitote.